Mesa con platos

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Salón Tokyo

miércoles, 10 de abril de 2013

Jardines Zen


  Los jardines Zen están formados por distintos elementos naturales (principalmente arena fina, piedras pulidas y cristales de cuarzo, pero también velas o conchas marinas),  dispuestos cuidadosamente, proporcionando armonía, tranquilidad y calma en el ambiente. Estos pequeños jardines realzan la belleza de sus alrededores que hacen hincapié en la concepción idealizada de estilo y diseño japonés y sus elementos, en su mayoría empleados en la arquitectura del paisaje japonés.  

  La ausencia de cualquier riqueza material y su composición, a base de elementos muy simples, es el perfecto reflejo de la filosofía Zen, que predica máxima austeridad y sobriedad. Están concebidos para inspirar vitalidad, serenidad y favorecer la meditación (eso es lo que significa Zen en sánscrito).






  El jardín puede convertirse en un espacio de cambio permanente donde se pueden añadir o retirar elementos, recolocar las piedras, alisar determinadas zonas o trazar nuevos surcos, dejando que nuestro espíritu se exprese libremente. Los dibujos formados rastrillando la arena estimulan la creatividad personal, funcionando siempre como un método de relajación. Una vez colocados los diferentes elementos, el jardín es una obra para la contemplación. 



  Desde su aparición, los jardines Zen se concibieron como una representación del cosmos. Una miniaturización donde las piedras representan las montañas, la arena la inmensidad del océano y un trozo de musgo un bosque frondoso. Además, para los japoneses también representan buena parte de su historia y están estrechamente relacionados con su desarrollo espiritual. En Occidente todavía no son muy conocidos y están considerados como una fórmula eficaz para combatir el estrés y el ritmo acelerado de la vida.



    Estos jardines llegaron a Japón sobre el siglo XIII, junto al budismo Zen que se extendía en muchas direcciones desde China. Esta doctrina predicaba una vida austera y largos periodos de meditación para clarificar la mente y conseguir un apacible estado de armonía. Esta filosofía se fundió con los principios de estética japoneses y su amor por la naturaleza, manifestándose en muchas de las artes niponas.
  El Zen se popularizó durante el periodo de los samuráis, como una disciplina indispensable para elegir correctamente el camino más adecuado en los momentos difíciles. Fueron en los templos, donde primeramente se colocaron los primeros jardines Zen, lugar por excelencia donde se practicaba la meditación.






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