Los jardines Zen están formados por distintos elementos naturales (principalmente arena fina, piedras pulidas y cristales de cuarzo, pero también velas o conchas marinas), dispuestos cuidadosamente, proporcionando armonía, tranquilidad y calma en el ambiente. Estos pequeños jardines realzan la belleza de sus alrededores que hacen hincapié en la concepción idealizada de estilo y diseño japonés y sus elementos, en su mayoría empleados en la arquitectura del paisaje japonés.
La ausencia de cualquier riqueza material y su composición, a base de elementos muy simples, es el perfecto reflejo de la filosofía Zen, que predica máxima austeridad y sobriedad. Están concebidos para inspirar vitalidad, serenidad y favorecer la meditación (eso es lo que significa Zen en sánscrito).